El mal de archivo en la era digital: políticas de conservación patrimonial en América Latina
En-claves del pensamiento
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, División de Humanidades y Ciencias SocialesPor otro lado, la cultura también toma la forma del archivo. Gobiernos, museos, universidades invierten grandes cantidades de recursos en la digitalización y apertura al público de sus archivos. En los últimos años, importantes instituciones culturales, como el Chicago Art Institute,

			

				

				El Instituto de Artes de Chicago puso su colección en acceso abierto en línea en la siguiente dirección,
Ya en los años noventa, Derrida 
			 
				 
				Jacques Derrida, 'Mal de archivo. Una impresión freudiana', conferencia pronunciada en el coloquio internacional Memory: The Question of Archives, Société Internationale d'Histoire de la Psychiatrie et de la Psychanalyse, Freud Museum y Courtauld Institute of Art, el 5 de junio de 1994, en Londres, Inglaterra. 
			5 se preguntaba por la pulsión de archivo: ese impulso de archivarlo todo que indica a la vez la amenaza de la destrucción y del olvido. Se archiva para conservar ante la amenaza de destrucción. En el doble movimiento de archivar y destruir se aloja, por un lado, una pulsión de muerte, y, por el otro, un anhelo de poder. No sólo se conserva para esquivar la muerte y la destrucción, también se conserva para incluir y excluir: archivar es ejercer cierto poder sobre la cultura. Derrida llamó 'mal de archivo' a este deseo de conservarlo todo. ¿Qué porvenir tiene el psicoanálisis en la era del correo electrónico, del multimedia, del CD Rom?, se preguntaba el filósofo francés. ¿Qué porvenir tienen los archivos en la era de Google?, se pregunta Mendoza en 2019.

		Los archivos de los que nos habla Mendoza no son los de Google ni los de Facebook, modos de archivar que el autor plantea de entrada como fríos y deshumanizantes, al separar los datos de las subjetividades, sino los archivos que producen la historia cultural de los Estados y las regiones. Porque los archivos, para Mendoza, se asocian a personas, espacios, contextos históricos, y por supuesto, al poder.

		De forma ordenada y a la vez que libre, el libro se divide en tres grandes secciones. La primera, denominada 'La edad de los archivos', enlaza un pasado en que los registros se enfrentan a la destrucción de las guerras mundiales y terroristas con un presente donde Google muestra su impulso de apropiación y conservación de todas nuestra trazas digitales, con actitud homogeneizadora y conquistadora. Esta sección es la que pone en escena el mal de archivo: la conservación en tensión con la destrucción y la guerra. La escena introductoria nos muestra a un joven Ernst Jünger, escritor alistado en las filas alemanas de la Primera Guerra Mundial, escribiendo su diario de guerra, intentando registrarlo todo para encontrar la vida en la muerte y lo que puede conservarse en lo que será destruido. Años después, durante la segunda guerra, es el norteamericano Kurt Vonnegut, nuestro hombre de las artes en el frente, describiendo la destrucción de Dresde, la ciudad con mayor acervo arquitectónico y artístico de Alemania, en su novela
Además de esas historias de destrucción también hay otras de reconstrucción. Mendoza, parafraseando a Lévy-Strauss se pregunta: '¿Por qué amamos tanto nuestros archivos? A nuestro entender esta pregunta se contesta en la segunda parte, 'Papeles para la Nación'. Ésta es tal vez la que más se disfruta, porque llevándonos de viaje por bibliotecas y archivos de todo el mundo, desde Princeton a Buenos Aires, pasando por México y Venecia, es la que nos regala escenas de archivos y archivistas, narrativas y anécdotas que construyen, sin duda, el archivo del autor y su propia política, aquello que quiere atesorar, el archivo propio. Aparecen allí grandes figuras y personajes ligados a las bibliotecas, los archivos y las colecciones en amable conversación con el autor. Desde la Biblioteca Nacional de Argentina, su exdirector Horacio González identifica el afán archivístico de Google Books con un desmesurado poder colonial. En este caso, digitalizar es colonizar. Desde Princeton, el encuentro de Mendoza con Fernando Acosta-Rodríguez, el curador de la Biblioteca Firestone, la más ambiciosa colección de papeles de escritores latinoamericanos, nos pasea de modo intimista por los papeles de José Donoso, Carlos Fuentes, Reinaldo Arenas, Octavio Paz, Guillermo Cabrera Infante, Alejandra Pizarnik, y, más recientemente, Mario Vargas Llosa. Los archivos imposibles en el sur se arman en el norte.

		Los archivos de Pizarnik, por ejemplo, fueron llevados a la Firestone para mantenerlos a salvo de la dictadura militar argentina de los años setenta. Pero no sólo en las grandes bibliotecas se practica el archivismo. También se lo ejerce artesanal y silenciosamente en las colecciones privadas. Claudio Golonbek da testimonio de la peculiar acumulación individualista de los coleccionistas privados. ¿Qué se hace con el legado de los coleccionistas privados? No existe una política de archivos para las pequeñas colecciones, una acción institucional que convierta en social lo que comenzó en placer individual. Existe un cementerio para ellas: las librerías de libros usados. Cuartos atiborrados, relaciones bibliográficas aleatorias, caos, la consecuencia de la destrucción de las bibliotecas personales.

		En la tercera parte, 'Los archivos como género', se ponen en escena reflexiones acerca del archivo como un concepto mutante, un archivo, que no es memoria sino proceso. Importantes figuras siguen apareciendo. El destacado especialista francés Roger Chartier aporta en un largo diálogo con el autor su perspectiva de la historia del libro y de la lectura. Por él nos enteramos de que la actual obsesión por la archivística no es una novedad; la obsesión a la pérdida de información también tuvo lugar entre los siglos XVI y XIX, de ahí que la escritura impresa surge como necesidad de fijar las huellas del pasado. Pero con la era digital, algo de lo fijado por la cultura se disuelve: la especificidad discursiva, los campos culturales, los significados fijos. Un diálogo sobre las transformaciones de la lectura en la era digital transcurre en Tlacopac, el hogar de Néstor García Canclini, quien también deja su traza en los archivos de Mendoza. En la era digital el archivo transmuta en hipertextos navegables e interactivos, film
A caballo entre la cultura letrada y la digital, se escurre entre los archivos una cierta nostalgia por tiempos pasados, un anhelo de memoria que nos lleve a reencontrarnos no con sólo con los objetos, sino principalmente con las personas que les dieron sentido, en un movimiento trágico que oscila entre el amor y el olvido.

	Juan José Mendoza, (Buenos Aires: La Crujía, 2017).
Kurt Vonnegut, (Barcelona: Anagrama, 2007).
Jorge Carrión, (Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2019)
Agustín Fernández Mallo, (Barcelona: Galaxia Gutenberg , 2018).
Carlos Scolari, (Rosario: La Marca Editora, 2019).
Valeria Luiselli, . (México: Sexto Piso, 2019).
Pablo Katchadjian, (Buenos Aires: Impr. Argentina de Poesía, 2009).
Vivian Abenshushan, (México: Sexto Piso , 2019).
Juan José Mendoza,
El Instituto de Artes de Chicago puso su colección en acceso abierto en línea en la siguiente dirección, https://www.artic.edu/.

			Disponible en https://www.europeana.eu/portal/en.

			Mexicana, repositorio del patrimonio cultural de México, disponible en https://mexicana.cultura.gob.mx/.

			Jacques Derrida, 'Mal de archivo. Una impresión freudiana', conferencia pronunciada en el coloquio internacional Memory: The Question of Archives, Société Internationale d'Histoire de la Psychiatrie et de la Psychanalyse, Freud Museum y Courtauld Institute of Art, el 5 de junio de 1994, en Londres, Inglaterra.

			Kurt Vonnegut,
Jorge Carrión,
Agustín Fernández Mallo,
Carlos Scolari,
Valeria Luiselli,
Pablo Katchadjian,
Vivian Abenshushan,